
Felipe Echeverri
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SALVACIÓN
La salvación involucra la redención de toda la raza humana, y es ofrecida gratuitamente a todos aquellos que confiesen a Jesús como Señor y Salvador, quien por su propia sangre obtuvo redención eterna para el creyente. En su sentido más amplio, la salvación incluye regeneración, arrepentimiento, justificación, santificación, y glorificación. No hay salvación aparte de la fe personal en Jesucristo como Señor.
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Regeneración.
La regeneración, o Nuevo nacimiento, es una obra de la gracia de Dios donde el creyente es una nueva criatura en Cristo Jesús. Es un cambio de corazón otorgado por el Espíritu Santo por medio de la convicción de pecado, al cual el pecador responde en arrepentimiento hacia Dios y con fe en Jesucristo. El arrepentimiento y la fe son experiencias personales inseparables producto de la gracia.
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Arrepentimiento.
El arrepentimiento es un giro genuino de pasar del pecado hacia una vida en Dios por medio de la fe en Jesucristo y la entrega y compromiso total a Él como Señor y Salvador.
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Justificación.
La justificación es el acto de gracia mediante el cual se exonera de la condena por sus pecados a todo aquel que se arrepiente y cree en Cristo. La justificación lleva al creyente a una relación de paz y favor con Dios.
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Santificación.
La santificación es la experiencia que inicia tras la regeneración mediante la cual el creyente es apartado para los propósitos de Dios y es empoderado para progresar hacia la madurez moral y espiritual por medio de la presencia y el poder del Espíritu Santo habitando en él. El crecimiento en la gracia deberá continuar progresivamente a lo largo de la vida de la persona regenerada.
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Glorificación.
La glorificación es la culminación de la salvación y es el estado final y permanente de los redimidos.
Versos de referencia:
Génesis 3:15, Éxodo 3:14-17; 6:2-8, Mateo 1:21; 4:17; 16:21-26; 27:22-28:6, Lucas 1:68-69; 2:28-32, Juan 1:11-14,29; 3:3-21,36; 5:24; 10:9,28-29; 15:1-16; 17:17, Hechos 2:21; 4:12; 15:11; 16:30-31; 17:30-31; 20:32, Romanos 1:16-18; 2:4; 3:23-25; 4:3ff.; 5:8-10; 6:1-23; 8:1-18,29-39; 10:9-10,13; 13:11-14, 1 Corintios 1:18,30; 6:19-20; 15:10, 2 Corintios 5:17-20, Gálatas 2:20; 3:13; 5:22-25; 6:15, Efesios 1:7; 2:8-22; 4:11-16, Filipenses 2:12-13, Colosenses 1:9-22; 3:1, 1 Tesalonicenses 5:23-24, 2 Timoteo 1:12, Tito 2:11-14, Hebreos 2:1-3; 5:8-9; 9:24-28; 11:1-12:8,14, Santiago 2:14-26, 1 Pedro 1:2-23, 1 Juan 1:6-2:11, Apocalipsis 3:20; 21:1-22:5
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Propósito y Gracia de Dios.
La elección es el propósito de gracia de Dios de acuerdo con el cuál Él regenera, justifica, santifica y glorifica a los pecadores. Es consistente con la libre elección del hombre, y comprende todos los medios como conectados con un fin. Es el despliegue glorioso de la soberana voluntad de Dios, y es infinitamente sabio, santo e inmutable. Excluye por completo la soberbia y promueve completamente la humildad.
Todos los creyentes permanecen hasta el final. Aquellos a quienes Dios ha aceptado en Cristo, y santificado por su Espíritu, nunca se apartarán del estado de gracia, sino que serán perseverantes hasta el fin. Los creyentes pueden caer en pecado por medio de la negligencia y la tentación, aun cuando al hacerlo entristecen al Espíritu, y traen dolor a la causa de Cristo y juicio temporal sobre ellos; sin embargo seguirán siendo guardados por el poder de Dios por su fe en Jesucristo.
Versos de referencia:
Génesis 12:1-3, Éxodo 19:5-8, 1 Samuel 8:4-7,19-22, Isaías 5:1-7, Jeremías 31:31, Mateo 16:18-19; 21:28-45; 24:22,31; 25:34, Lucas 1:68-79; 2:29-32; 19:41-44; 24:44-48, Juan 1:12-14; 3:16; 5:24; 6:44-45,65; 10:27-29; 15:16; 17:6,12,17-18, Hechos 20:32, Romanos 5:9-10; 8:28-39; 10:12-15; 11:5-7,26-36, 1 Corintios 1:1-2; 15:24-28, Efesios 1:4-23; 2:1-10; 3:1-11, Colosenses 1:12-14, 2 Tesalonicenses 2:13-14, 2 Timoteo 1:12; 2:10,19, Hebreos 11:39–12:2, Santiago 1:12, 1 Pedro 1:2-5,13; 2:4-10, 1 Juan 1:7-9; 2:19; 3:2